Gran Bazar Colón. Calle de Pascual y Genís número 30
A principios del siglo XX la sociedad se encontraba inmersa
en un proceso de transformación. Valencia crecía estimulada por la
industrialización y las exportaciones a través del Puerto y poco a poco un
mayor número de personas podían gozar de un nivel de vida por encima del de
mera subsistencia. La industrialización abarataba también los procesos de
producción y garantizaba una producción estandarizada y en serie, a precios
cada vez más asequibles.
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Portada del cuento "Los Tres Hermanos". Edición publicitaria del Gran Bazar Colón. Fuente: Biblioteca Nacional, trajetas de productos y establecimientos comerciales 1860-1930. Sign. eph/29(28) |
Los bazares no eran un tipo de comercio nuevo en Valencia.
Se trataba de tiendas de productos diversos en las que se podían encontrar una
notable variedad de objetos con todo tipo de utilidades: desde instrumentos de
menaje para el hogar hasta herramientas, muebles, juguetería, complementos, marroquinería,
joyería y bisutería, papelería e incluso, piezas de arte. A menudo sus
escaparates hacían las veces de improvisado museo y exponían obras de pintores
y escultores de moda. Este revoltijo de productos dio pie a un negocio muy
lucrativo cuyas tiendas podían encontrarse en algunas de las vías más
comerciales de la ciudad algunas de las cuales se han perpetuado en su memoria:
el Gran Bazar Valenciano, el Bazar Giner… el negocio atrajo incluso a las
grandes tiendas de textiles como El Águila o El Siglo, que devenidas cada vez
más en grandes almacenes en sentido contemporáneo abrieron también secciones
dedicadas a productos diversos.
El Gran Bazar Colón es fruto del espíritu emprendedor de
Joaquín Prat Pereantón, que lo regentó durante toda su vida. Prat se había
iniciado en el comercio como cristalero especializado en el grabado de cristal,
propietario de una cristalería y fábrica de espejos y lunas fundada en 1898 o
tal vez a finales de 1897 y que se encontraba en el número 7 de la calle Colón,
además de un taller de grabado de cristal en la calle Pizarro, letras J y P.
Publicidad en la cubierta posterior de uno de los cuentos editados por el Gran Bazar Colón |
El Gran Bazar Colón abrió a poco de iniciada la década de
los años diez. En 1914 ya los vemos ubicados en la esquina de la calle Pascual
y Genis con Colón, junto a la cristalería, en una zona prometedora que habría
de definirse como el gran eje comercial de Valencia. Una apuesta de futuro pues
en esos años eran las calles de la Paz, San Vicente y la extinta de Zaragoza
las que ofrecían mejores perspectivas para un comercio de esta naturaleza.
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Calle Colón en la confluencia con Pascual y Genis. El Gran Bazar Colón queda fuera de plano, a la izquierda de la imagen. |
Probablemente por la dedicación de su propietario al mundo
de la cristalería el bazar publicitaba especialmente entre sus productos la
venta de espejos aunque su verdadera especialidad acabaría siendo la juguetería
industrial, a demanda primero de la clase burguesa que podía permitirse gastar
dinero en obsequiar a sus hijos con juegos un tanto más sofisticados que los
artesanales tradicionales elaborados con madera, cartón y trapo. Es la época de
auge de la juguetería industrial en troquelado de hojalata y de los autómatas a
cuerda fabricados con ese material y pintados en vivos colores: coches que se
movían, tiovivos que giraban… juguetería monótona a nuestros ojos pero que
representaba el no va más de la tecnología aplicada al ocio infantil en aquellos
tiempos. Claro está que el bazar no se limitó a la venta de juguetería de
“lujo”, y en la medida en que la demanda de juguetes crecía entre en público en
general los bazares ofrecían una gama más amplia de productos y calidades
adaptada (relativamente) a todos los bolsillos, pues los juguetes, hoy tan
comunes, siempre fueron un privilegio del que ni todos los niños disfrutaban en
el pasado ni en la cantidad y variedad actuales. Los escaparates de los bazares
eran para la mayoría, una ventana a un mundo de fantasía que los más habrían de
contentarse con mirar.
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Motorista mecánico accionado por fricción. Fuente: Museo del Juguete de Hojalata de Candelada. |
Prat nunca abandonó del todo su profesión inicial y mantuvo
sus actividades como fabricante de cristales grabados, espejos y lunas, negocio
que amplió durante su trayectoria. Tuvo sede en el número 16 de la calle Martí
desde la que suministraba tanto a su tienda, antigua fábrica reconvertida en
despacho de cristalería de la calle Colón 7 y 9 como al bazar.
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Publicidad de la fábrica de lunas. Año 1945 |
Durante cerca de cuatro décadas el Gran Bazar Colón estuvo
abierto en su ubicación de la calle Pascual y Genis 30, esquina a la de Colón
que le daba nombre. Sobrevivió a la Guerra Civil y a la posguerra pero no a su
propietario y fundador, que falleció en 1951. Especializado en espejos y
juguetes, su publicidad se orientaba a ganarse a la infancia, consciente su
propietario de la máxima del marketing “no hay mejor vendedor que un niño”; así
pues obsequiaba a sus clientes con cuentos infantiles, divertimento inocente
aunque algo menos en manos de un avezado comerciante pues estos cuentos contenían
en su interior una carta a los Reyes Magos, triquiñuela comercial aún vigente,
para que los niños formalizasen sus peticiones de juguetes y los papás
recordasen darle el gusto a sus retoños cubriendo las demanda con la oferta del
Gran Bazar Colón.
Gumer Fernández y Enrique Ibáñez
Gumer Fernández y Enrique Ibáñez
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Reverso de la carta a los Reyes Magos |
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Carta a los Reyes Magos inserta
en los cuentos
del Gran Bazar Colón |
