TIENDA DE ACEITE Y VINO AL POR MAYOR DE RAMÓN CASANOVA. CALLE DE LA BEATA, 8
TIENDA DE ACEITE Y VINO AL POR MAYOR DE RAMÓN CASANOVA. CALLE DE LA BEATA, 8
Muchos comercios han ido
cambiando de actividad para adaptarse a los tiempos o a las necesidades del
mercado. Algunos, como la famosa Tienda de las Ollas han protagonizado cambios
de actividad sorprendentes, saltando de una actividad a otra sin aparente
relación entre sí.
Otros comercios sin embargo han
evolucionado en el tiempo pasando de una actividad a otra diferente aunque afín
con la que hubiesen venido desarrollando. Tal es el caso de las tabernas y las
botillerías, algunas de las cuales fueron evolucionando para dar lugar a los
refinados cafés, a bodegas o a tiendas de ultramarinos, evolución que también
podía darse a la inversa.
En los años 80 del siglo XIX
Salvador Casanova regentaba una taberna en el número 8 la popular calle de la
Beata, del barrio del Mercado de Valencia, una zona popular y populosa de la
ciudad alejada del refinamiento de otras zonas de la ciudad.
El oficio de tabernero obligaba
al esforzado propietario a bregar con el bullicio y ajetreo propio del
ejercicio de la hostelería, a tareas un tanto más ingratas como la de lidiar
con parroquianos ebrios pero también a gestionar el inventario de mercancías y
cargar y descargar cada mañana bien temprano las pipas o barricas de vino, que
constituía por entonces la bebida por excelencia en los ambientes populares.
Debía además el tabernero estar en guardia frente al vino adulterado o
excesivamente aguado aunque no faltaban tampoco quienes lo aguaban a propósito
o rectificaban añadiendo acido acético a
un vino malo y picado para hacerlo pasar por aceptable. Eran en fin
muchos los trucos de la profesión, como el de reservar el vino bueno para los
primeros tragos y servir el vino rancio, picado o aguado cuando la ebriedad del
parroquiano e impedía ya apreciar adecuadamente el sabor y propiedades de la
bebida.
La taberna se mantuvo hasta los
primeros años de la década de 1890 o acaso los últimos de la década anterior.
En ese intervalo Salvador deja el negocio que pasa a Ramón Casanova quien a
renglón seguido lo reorienta transformándolo en un ultramarinos, aunque no
tardaría demasiado en enfocar su negocio a la venta de aceites, vinos y licores
al por mayor, actividad a medio camino entre la del colmado de barrio y la
taberna y tal vez menos esforzada u onerosa que la de tabernero.
Es muy probable que fuese José quien dotase a la tienda de línea de teléfono, una innovación tecnológica que en los años veinte no se encontraba nada generalizada entre los comerciantes de la capital y cuyo uso normalmente quedaba reservado a los comerciantes más prósperos y aún entre estos, solo a aquellos que requerían de un contacto muy inmediato con clientes o proveedores por lo que la posesión del preciado teléfono parece revelarnos cierto espíritu emprendedor en José pero también que su tienda era un negocio lo bastante rentable como para justificar el gasto en una tecnología con la que no contaban otras tiendas de mayor prestigio y boato. La tienda cerró en los años veinte del pasado siglo.
Autores: Gumer Fernández y Enrique Ibáñez.