¿Qué fue de?... la horchatería El Siglo de la plaza de Santa Catalina
Era un establecimiento histórico, un emblema de esa plaza de
Santa Catalina que en tiempos se definió por horchaterías y chocolaterías míticas
como esta que ahora nos ocupa, Sanz o Santa Catalina… última superviviente de
aquella Valencia del siglo XIX en la que las chocolaterías representaban uno de
los emblemas de la buena vida burguesa.
El Siglo era uno de esos lugares que nos remitía a otros
tiempos, su interior, de noble aspecto, recordaba aquellas épocas en las que
los locales comerciales se establecían para perdurar y sobrevivir a las modas,
tiempos que tanto contrastan con la volatilidad de los nuestros en los cuales,
el metal y la obra son suplantados por paneles desmontables.
El establecimiento existía ya en la década de 1840, tal y
como contamos en el libro Comercios Históricos de Valencia y sobrevivió contra
viento y marea, como uno de los emblemas de la hostelería valenciana y un referente
para turistas y locales hasta 2017. Sus nuevos propietarios no quisieron
continuar una tradición centenaria.
En justicia, el local sigue abierto y conserva su nombre
aunque ya no es una horchatería sino un “gastrobar” aunque, ironías hosteleras,
aún puede pedirse en él servicio de churros con chocolate. En cualquier caso, aunque
el negocio continúe y pueda reclamarse heredero de la centenaria tradición
asentada en el local, poco queda en su interior que recuerde al pasado pues los
nuevos propietarios no respetaron el espacio y acometieron una agresiva reforma
que levantó ampollas en Valencia y removió algunas conciencias pero ya no tiene
remedio. Solo la fachada, con su emblemática horchatera de azulejería
valenciana, se ha salvado por estar protegida.
Son los actuales, tiempos en los que las horchaterías son
sustituidas por “gastrobares” aunque también en ellos te sirvan churros. Malo
para la tradición y malo para el turismo, masivo, infantilizado y que incapaz
de encontrar la autenticidad de los lugares que visita, acaba arrasando los locales
clásicos a beneficio de gastrocosas varias.
Como siempre decimos tal estado de cosas ni es bueno, ni es
malo, es evolución y el comercio es adaptación al cambio. Muchas de las tiendas
clásicas de Valencia son de hecho muy diferentes a como fueron, no solo en su
forma sino en el tipo de productos que vendían. Sobrevivieron porque se
adaptaron y quien sabe, tal vez el moderno gastrobar El Siglo pueda ser a
siglos venideros lo que la añorada horchatería fue a nuestro tiempo, aunque de
momento solo quede la añoranza.
Gumer Fernández Serrano