EUCALIPTUS, PAPEL DE FUMAR DE JOSÉ BOSCÁ CORTÉS. CALLE DE SANTA TERESA, 37

Ha repoblado o colonizado extensas áreas de la cornisa cantábrica. De porte estilizado, su silueta entre la niebla forma una de las estampas más novelescas que puede captar el viajero en gira por la verde y montuosa Asturias o por el suave paisaje alomado de Galicia.

Cuentan que fue introducido en España en la década de 1860 y que su rápido crecimiento lo convirtió en especie elegida para repoblar montes y baldíos provocando un problema ecológico. Hablamos del eucalipto, un árbol cuyas aplicaciones y propiedades son sobradamente conocidas. Un emprendedor de Valencia no tardaría a encontrar la forma de hacer negocio de aquella novedosa especie.

Se llamaba José Boscá Cortés, y tenía un ultramarinos en la calle de Maldonado, aunque a finales de la década de 1870 ya se había establecido en la de Santa Teresa. Aunque no podemos descartar que continuara en ella durante algún tiempo el negocio original, parece probable que la mudanza tuviera otras intenciones, pues las ambiciones del comerciante iban ya por otro camino. Y es que, no llevaba plantado el primer eucalipto de España ni dos décadas, cuando a un comerciante del otro extremo peninsular se le ocurrió convertirlo en un fetiche comercial, su producto estrella.



Boscá instaló en la calle de Santa Teresa una fábrica de papel de fumar desde la cual lanzaría al mundo su particular versión del cigarrillo mentolado. Claro, que el mentolado en este caso, no se encontraba en el tabaco como tal, sino en el papel, que salía de la fábrica de Boscá convenientemente aromatizado con las esencias del eucalipto.

A menudo se cree que solo en fechas muy recientes, ha cobrado la sociedad conocimiento sobre los efectos nocivos del tabaco. Bien es cierto que hoy en día se tiene una percepción más precisa de los riesgos, como también lo es que en origen se atribuyeron al tabaquismo propiedades salutíferas. Sin embargo conviene dejar muy claro que, conciencia de los efectos nocivos del tabaquismo ha existido siempre, o cuanto menos, en las fechas que nos ocupan no se ignoraba la relación entre consumo de tabaco y problemas respiratorios.

Es por ello que la industria buscase ya entonces la forma de contrarrestar cualquier sesgo negativo en torno al hábito de fumar, mediante la invención de productos que pretendían aliviar o revertir la toxicidad del tabaco, e incluso se presentaban como beneficiosos para la salud, al punto de prentender que con su consumo se transformaba el hábito malsano en costumbre higiénica y saludable. El eucalipto, y sus propiedades se prestaban perfectamente a convertirse en coartada de esta estratagema comercial y es que… a nivel publicitario, no hemos inventado nada.

No hay que suponer siempre abierta mala fe o malévola perfidia en los fabricantes. La medicina avanzaba en el siglo XIX potenciada por los avances en química, pero sin grandes medios tecnológicos de análisis y diagnóstico. Es muy probable que el descubrimiento de las propiedades medicinales del eucalipto motivase el lanzamiento de todo tipo de productos dispuestos a aprovecharlas, y que las reivindicaciones publicitarias que se hacían de estos productos fuesen creídas de forma honesta por quienes las promocionaban, e incluso fuesen avaladas por la ciencia del momento.



El 24 de abril de 1879 Boscá registró la marca de papel de fumar “Eucaliptus” estandarte de su empresa, su producto estelar. De aquel se decía que era especialmente recomendable para los fumadores “delicados del pecho” a causa de las propiedades del jugo de eucaliptus globulus “llamado en muchos países el árbol del la salud”, que se empleaba en su fabricación. A causa de tales propiedades el empleo de papel de fumar marca Eucaliptus “produce excelentes resultados en los órganos respiratorios; su uso constante está recomendado por reputados facultativos españoles y extranjeros” La marca sería después sucesivamente prorrogada o actualizada y sobrevivió a su creador, pues llegó a ver los años cuarenta del siglo XX.

Fue este el inicio de una batería de registros en torno al aprovechamiento de las propiedades del eucalipto, que prosiguieron con la patente del procedimiento industrial para la fabricación de papel de fumar aromatizado en 1890 y el mismo año de un licor basado en la esencia de este árbol, que al parecer nunca llegó a ver la luz, aunque se insistió sobre esa misma idea en 1892 con un nuevo invento: un procedimiento para elaborar jarabe condensado y azucarado en base a esencia de eucalipto.

Parece que en algún momento Boscá acarició la idea de abrir su abanico de actividades al mundo de la licorería, pues un mes antes de registrar su primera patente al respecto, había hecho lo propio con la marca “Fábrica de licores José Boscá Cortés” Si el proyecto llegó a ver la luz, no lo hizo en los límites urbanos de Valencia, o al menos no a gran escala, pues no parece que la fábrica llegase a cobrar forma, al menos, insistimos, dentro de los límites de la capital, salvo que la actividad se convirtiese en complementaria de las que, en torno al papel de fumar, se llevaban a término en la fábrica de la calle Santa Teresa.



Parece por tanto que, en lo que concierne a la Ciudad de Valencia, el papel de fumar fue la actividad principal del emprendedor comerciante e industrial. Fueron de su propiedad, además de la ya apuntada, las marcas “Quevedo” (1894) “India Oriental” (1894) y la fallida “El Miguelete de Valencia”, solicitada y denegada el mismo año que las dos anteriores. Un lustro después de esta batería de registros llegaría “X”, que data de 1899.

El papel aromatizado con eucalipto granjeó al industrial algún modesto grado de reconocimiento, fue medalla de cobre en la Exposición Local Artística Industrial y Agrícola (Valencia 1879) y recibió la medalla de plata de la Exposición Regional de Agricultura e Industria (Gandía, 1881)

En los primeros años del siglo XX cambió su fábrica para mudarse hacia las nuevas zonas de expansión de la ciudad, más apropiadas para el desarrollo de actividades industriales, estableciendo su fábrica en la calle de Cirilo Amorós.

El inexorable paso del tiempo puso fin a la trayectoria del emprendedor fabricante de papel de fumar aromatizado. Falleció en 1917, aunque alguna de sus marcas, como ya hemos visto, le sobrevivió durante décadas.

Gumersindo Fernández Serrano


Copyright, de los textos: Gumersindo Fernández Serrano; Enrique Ibáñez López.








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