CAMISERÍA "EL SIGLO XX" DE JOSÉ ARNAU, CALLE DE ZARAGOZA 1

CAMISERÍA "EL SIGLO XX" DE JOSÉ ARNAU, CALLE DE ZARAGOZA 1


Fachada de la camisería recayente a la calle de Zaragoza. Fuente: Remember Valencia.

Antes de que los centros comerciales y grandes almacenes acaparan el protagonismo comercial en la ciudad, el pequeño comercio cubría la totalidad de las necesidades de la población, desde la alimentación al vestido, pasando por todo tipo de actividades y productos.

En tiempos de mayor escasez que los actuales los comercios más habituales y populares se relacionaban con actividades básicas de subsistencia o incluso con la provisión de materias primas para su elaboración artesanal en casa. Un nivel por encima de estos comercios encontramos a aquellos que proveían productos necesarios para la vida cotidiana, con diverso nivel de sofisticación en función del producto y de la capacidad adquisitiva de sus potenciales compradores.

Entre las capas más humildes de la población la ropa se reutilizaba, heredaba, remendaba y componía con el fin último de hacerla durar. Por extraño que suene hoy en día a principios del siglo XX prendas tan comunes como unos zapatos suponían un gasto importante en relación al magro sueldo de un trabajador y es por ello no solo que la ropa se heredase, remendase y aún adquiriese de segunda o tercera mano sino además que a diario se vistiese ropa “de batalla”, prendas de trabajo y que las prendas más elegantes o menos funcionales se reservasen para momentos muy puntuales

Si las gentes humildes no frecuentaban en exceso comercios tales como el que hoy nos ocupa, las gentes pudientes recurrían al sastre para que les confeccionase su ropa a medida, y evitando mezclarse con el populacho en las concurridas calles de la ciudad a menudo era el sastre quien acudía a domicilio. En este sentido la Valencia medieval y moderna era una ciudad de contrastes en la que convivían, sin mezclarse,  los sastres de la aristocracia con las tiendas de ropavejeros que formaban parte del paisaje de algunas zonas del actual barrio del Mercado.

Con la revolución industrial y las revoluciones burguesas se producirán las transformaciones sociales que habrán de dar lugar a una burguesía industrial y comercial con diversos grados de poder adquisitivo y muy lentamente acabarán dando forma a la “clase media”. Simplificando un tanto la cuestión diremos que poco a poco habrá en la ciudad personas ni tan pobres como para comprar ropa remendada de segunda mano ni tan opulentas como para tener un sastre a su servicio. 

Las camiserías eran uno de esos comercios que daba respuesta a las nuevas necesidades de una población con creciente poder adquisitivo. A principios de la década de 1890 eran 30 las que prestaban servicio en la ciudad; un buen número aunque muy inferior al de otros comercios de artículos de primera necesidad, pero que mostraba a las claras que el negocio de prendas manufacturadas se encontraba al alza. Tal vez por esta razón entre esas 30 camiserías se encontraba, recién abierta, la de José Arnau.

“El Siglo XX” fue el nombre elegido por Arnau para su comercio. A finales del siglo XIX la promesa de un nuevo siglo inspiraba los nombres de otros comercios abiertos en ese periodo, entre los cuales se encontraba nada menos que “El Siglo Valenciano”. La proximidad del cambio de siglo inspiraba unas expectativas de cambio y modernidad que Arnau sin duda quiso atraer hacia su comercio con tal denominación, con las que sin duda apelaba a la novedad de su recién inaugurada camisería frente a otras más asentadas en la vida comercial urbana de Valencia.

Abierta en San Vicente 48 (luego 44), con el cambio de siglo llegó también, en 1904 o acaso a principios de 1905, el cambio de sede de la camisería, que dedicada a la venta de tales prendas pero también de géneros de punto diversos y de corbatas, se establece en el número 1 de la populosa y comercial calle de Zaragoza, calle semidesaparecida pues de ella conservamos hoy uno de los frentes de fachada de la misma, en el lado occidental de la plaza de la Reina. Fue esta calle de Zaragoza, devenida hoy en mero sector de la amorfa y mal distribuida plaza citada, una de las más comerciales de la ciudad, pero si a la ubicación de la camisería le añadimos que ese número 1 hacía esquina con la plaza de Santa Catalina, podemos decir sin lugar a dudas que el emplazamiento de la camisería de José Arnau era inmejorable.


Siempre bajo propiedad de José Arnau la camisería se mantuvo en su esquina, fiel a su clientela hasta los años veinte del siglo pasado. No llegó a conocer los tiempos de la República ni parece que fuera traspasada, sino que ligada a su fundador, cerró cuando este cesó en sus actividades. A principios de los años treinta del siglo XX ocupaba el local que fuera camisería, la tienda de objetos artísticos de Julio Torres.

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