CIUDAD INVITADA: MADRID, CASA THOMAS EN LA CALLE MAYOR.


LA CASA THOMAS EN LA CALLE MAYOR DE MADRID

Nota: en la serie "ciudad invitada" incluiremos ocasionalmente temas relacionados con otras ciudades y pueblos, más allá de Valencia.

A nuestros antepasados les encantaban las fiestas, al menos a los que se las podían permitir. A lo largo del siglo XIX la burguesía aprendió a socializar en eventos abiertos a las clases acomodadas. Eran fiestas de lujo, con cierto grado de desenfreno controlado, el suficiente como para marcar diferencias respecto al ritualismo presente en los antiguos salones aristocráticos pero sin caer en la vulgaridad propia de las clases populares.

Carnavales y fin de año eran momentos particularmente señalados para caer en un civilizado desmadre, llevado a su justo punto. Fueron famosas en Valencia entre la alta sociedad, las fiestas de disfraces que tuvieron lugar en el antiguo convento de la Merced, cuando este quedó vacío tras la Desamortización y en tanto se resolvía el destino de aquel inmueble, cuyas paredes no podrían hablar ya sobre aquellos hechos, pues fueron finalmente derribadas.

En Madrid, la Villa y Corte, no iba a ser menos, así que el comercio ofreció respuesta a aquella novedosa demanda de disfraces, complementos más o menos fantasiosos y objetos festivos de toda clase. Aquella moda, como tantas otras se fue extendiendo de arriba hacia abajo, por lo que las tiendas de disfraces, bromas y objetos carnavalescos fueron adquiriendo un fuerte componente popular.

Serpentina Thomas
La Casa Thomas abrió sus puertas hacia 1891, estaba en la calle Mayor y su propietario era Tomás Gianello Fernández. Fue este su comercios de mayor éxito aunque no el primero, pues en la década de 1880 ya había regentado una quincallería en el número 8 de la calle Colmillo, entre las de Fuencarral y Hortaleza.

Pero en la calle Mayor, la quincalla dejó paso al producto elegante, a los perfumes para señoras con distinción y posibles: “recibe lo mejor que se fabrica en París y Londres… variado surtido de objetos muy caprichosos para regalos, teniéndolos muy preciosos…” glosó sobre ella La Elegancia, suplemento de El Álbum Ibero-Americano.


 Pero aquella sociedad elegante también era, ya lo hemos explicado, amiga de las fiestas, y ello explica como aquella perfumería, que era también casa de regalos, incorporó al catálogo efectos festivos, tales como el confeti o la serpentina.

Entre 1897 y 1911, Gianelli registró ocho marcas y tres patentes, todas ellas relacionadas con accesorios y decoraciones para fiestas y verbenas. Cuatro de estas once invenciones se registraron en su etapa de la calle Mayor: el Confetti Thomas (1897) abrió paso a la Serpentina Thomas (1899), los Modernistas, cintas de papel con bandas rojas alternas con blancas por una cara y azules alternas con blancas por la otra (1900) y una patente sobre un modelo de guirnalda plegable (1900).

Todo ello fue conformando un catálogo ecléctico, reflejo tal vez, del pasado quincallero de su fundador en el que tenían cabida las decoraciones festivas, los perfumes, los abanicos y los complementos. Una exitosa quincallería elegante en el corazón mismo de la Villa.

La Casa Thomas, ya en la calle Sevilla.
Hacia 1902 la tienda se trasladó a la calle Sevilla, punto en el que damos fin a este artículo, para proseguirlo en el futuro.

Gumersindo Fernández Serrano
Enrique Ibáñez López

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